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domingo, 3 de julio de 2011

Un día fue a pasear y no volvió. (Parte II(y, se supone, que final)))

Llegaron a Irarrázaval, ella lo acompañó al paradero. Cruzaron la calzada y se sentaron en la banca, la helada banca, el lugar parecía helenístico, el clima acompañaba el momento, las calles apestadas de gente que no conocían, sin embargo, no hicieron mas que esperar esa 210 universal. Y entibiarse los dedos mojados de insomnio con las entrepiernas de cada uno.

Luego de un momento de esperar a que alguno dé el paso siguiente, ella se paro del asiento que estaba al lado de él, haciendo referencia a su entorno, se puso frente de él, y él con una sensación que no lograba apreciar si era angustia o alegría. Ella después de darle el primer beso de la noche, le dice.- Vente conmigo esta noche. Él, incrédulo, le replica que no.- Me tengo que ir a mi casa, les prometi a mis viejos que volvería no tan tarde.

Primera vez en su vida que siente una adrenalina de esa magnitud, creía que era un capricho de pendejo de 16 años, tal vez lo era, pero en su momento no lo apreciaba así, no quería llegar a viejo y en su agonía decir.- ¿Por qué no hice esto?

Luego de vacilar por harto, quiso caminar de vuelta, pero sin la intención de tomar una decisión, solo caminar y pensar al lado de aquella persona que lo distraía solo con sus ciegos paso que se encontraban con los de él en la oscuridad de las luces céntricas.

No quería saber de los pensamientos que rondaban en sus represivas neuronas, creía que la decisión correcta era llegar a su casa, acostarse y esperar la otra semana a verla de nuevo y crear un circulo vicioso que a ninguno le hacía bien.

Ella.- Te raptaré, quiero que te quedes esta noche conmigo, quiero que vayas a mi casa, quiero que esta noche sea de nosotros.

Él.- (….), quiero que sepas que arriesgarme es muy peligroso, y me iría mal, no sabes cuanto, pero quiero estar contigo. Pensó, “si esto realmente vale la pena no necesitaría mas motivaciones que la acción misma, era todo lo que quería oir.

En un momento en que todo estaba muy confuso, al frente del Hospital del Trabajador, decidió lo que los dos querían, pero que el mundo no.

Caminaron. Estaban confundidos, no sabían que habían hecho, casi lloraba por la desesperación, no sabían como tomarlo, con alegría o interpretarlo como un riesgo que podría no valer la pena, por parte de él obviamente. Juntos se abrazaron y tomaron una micro, la típica que recorre toda la Alameda, la típica que me hace recordar historias como las que me contaron muchos y conté a demasiados.

Luego de varias llamadas que ensordecieron el oído, la ultima fue a su abuela, pidiéndole que le explicara la situación a su viejo. Un “te quiero” fue la ultima frase antes de colgar. Haciendo ilusión a García-Márquez. Sin entenderlo.

Nunca, nunca sintió el viaje tan largo como esa noche, el Diego Portales, se configuraban en hacerle mas difícil la travesía, luego la Biblioteca, todo le parecía mal, todo, no sabia en que pensar mientras apoyaba su cabeza en el fierro manoseado de la micro. En un momento ella se acerco, y con una voz que él nunca olvidaría sintió un alivio que nadie le hizo sentir. Esa sensación de abrigarte el estómago con un dedo.

Llegaron a República donde vivía ella, en Maturana, subieron a su casa, y esa es la historia que solo nosotros dos sabemos, eso es lo hermoso. Al otro día pasó lo que debía pasar.

viernes, 1 de julio de 2011

Un día fue a pasear y no volvió. (Parte I)

Fue una tarde solitaria, a la que solo sobresalió la visita de un pájaro cantor... imagínense.
Toda la semana estuvo perdido en paisajes que no existían, no encontraba el lugar perfecto. Todo se resumía a la realidad que él se busco, sin saber porque, o por la falta de experiencia, ¿Que sabia él?.
No sabia como sobrellevarlo todo.
Me contó la historia como si se la contara el mismo, sin pausas, ni vacilaciones, me dijo que la descargara en alguna localidad del mundo, elegí ésta. Nadie la leerá.
Cuento corto, el la mandó a la chucha por la inestabilidad de la relación, no eran nada, ni amigos, ni amantes, ni todo, ni nada, solo dos personas enamoradas que no se atrevían a dar ningún paso sin estar seguro de aquello.
Le pidió no verla de nuevo, y ella, en su agonía, aceptó. aceptó la estupidez que cometió, aceptó la culpa, acepto de todo.
Poniendo en contexto, esto es en la estatua de Andrés Bello, fuera del Metro Universidad de Chile, sentados, mirándose, sin rencores, por lo menos visibles y obvios, al fin y al cabo los dos hechos mierda.
Ella nunca se imagino lo que él le iba a decir, se comportaron como siempre, como falsos amigos que estaban enamorados y lo sabían, solo que no hacían nada por tener siquiera algo de dignidad. Ella rió mucho ese día, hicieron muchas cosas, no quería hacerla sufrir por ningún motivo, y , lo mas importante, el tampoco quería seguir jugando el juego.
Bajaron las escaleras del metro, ni se miraron, ella le abrazo en el vagón contrario al que ella le servía. Él quería sentir la sensación de irse, ya que así le daba menos pena, o algo así entendí cuando me comentó sobre El Guardián Entre El Centeno.
Pasó una semana hundido en la típica historia de desamor, la que dura dos, hasta 3 meses. Pero este no duró ni una semana.
Ese viernes, atrevió a hablarle, solo por cortesía, sin intención de nada, según lo que me dijo. No le creí obviamente.
Eran cerca de las 9 de la noche y hasta estaba en pijamas, en la cama y ella le decía repetitiva-mente que estaba aburrida y que no tenia con quien salir, quería hacer algo pero no tenia quien la acompañara a ese algo, mientras el le comentaba la semana de mierda que tuvo por la pena, le hablaba sobre la difícil decisión de atreverse a hablarle. Ella aludió en su Facebook el aburrimiento que la invadía. Muchas personas, según lo que me contó aquel sujeto, le comentaban la posibilidad de salir, hasta su pololo oficial la invito a salir, ella no contestaba, ella quería salir con él.
Él sabia que no debía salir aquella noche, por su seguridad espiritual, ella le decía la verdad con indirectas que llegaban al corazón y no se pudo resistir. A las 22:30 ya estaba en Baquedano esperándola.
Nervioso, no sabia que estaba haciendo, acudió a su orgullo, pero se le había escondido, dentro del baúl abajo de la cama. Esperó sentado en una de las tantas bancas del Parque Bustamante. Ella llegó a las 22:40, se miraron y decidieron ir a un bar de mala muerte, donde daban partidos de fútbol, y donde los borracho decentes guardaban su dignidad, entre cebada y uva fermentada. No importa el lugar, no importa la conversación, no importa que pasaba, lo importante y lo único, era que estaban con el otro. silencios de 10 minutos que al principio eran incómodos, pero que después entendieron que era su forma de comunicación, las miradas, entre humos de diferentes cigarros, por encima de una Shop a luca, que valía mucho.
Salieron a tomar el fresco, luego de quedar mareados, caminando en dirección Vicuña Mackenna, hablando de todo, ninguno se acuerda de la conversación, no importaba, !estaban juntos¡ ¿Que mas podían pedir?