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viernes, 1 de julio de 2011

Un día fue a pasear y no volvió. (Parte I)

Fue una tarde solitaria, a la que solo sobresalió la visita de un pájaro cantor... imagínense.
Toda la semana estuvo perdido en paisajes que no existían, no encontraba el lugar perfecto. Todo se resumía a la realidad que él se busco, sin saber porque, o por la falta de experiencia, ¿Que sabia él?.
No sabia como sobrellevarlo todo.
Me contó la historia como si se la contara el mismo, sin pausas, ni vacilaciones, me dijo que la descargara en alguna localidad del mundo, elegí ésta. Nadie la leerá.
Cuento corto, el la mandó a la chucha por la inestabilidad de la relación, no eran nada, ni amigos, ni amantes, ni todo, ni nada, solo dos personas enamoradas que no se atrevían a dar ningún paso sin estar seguro de aquello.
Le pidió no verla de nuevo, y ella, en su agonía, aceptó. aceptó la estupidez que cometió, aceptó la culpa, acepto de todo.
Poniendo en contexto, esto es en la estatua de Andrés Bello, fuera del Metro Universidad de Chile, sentados, mirándose, sin rencores, por lo menos visibles y obvios, al fin y al cabo los dos hechos mierda.
Ella nunca se imagino lo que él le iba a decir, se comportaron como siempre, como falsos amigos que estaban enamorados y lo sabían, solo que no hacían nada por tener siquiera algo de dignidad. Ella rió mucho ese día, hicieron muchas cosas, no quería hacerla sufrir por ningún motivo, y , lo mas importante, el tampoco quería seguir jugando el juego.
Bajaron las escaleras del metro, ni se miraron, ella le abrazo en el vagón contrario al que ella le servía. Él quería sentir la sensación de irse, ya que así le daba menos pena, o algo así entendí cuando me comentó sobre El Guardián Entre El Centeno.
Pasó una semana hundido en la típica historia de desamor, la que dura dos, hasta 3 meses. Pero este no duró ni una semana.
Ese viernes, atrevió a hablarle, solo por cortesía, sin intención de nada, según lo que me dijo. No le creí obviamente.
Eran cerca de las 9 de la noche y hasta estaba en pijamas, en la cama y ella le decía repetitiva-mente que estaba aburrida y que no tenia con quien salir, quería hacer algo pero no tenia quien la acompañara a ese algo, mientras el le comentaba la semana de mierda que tuvo por la pena, le hablaba sobre la difícil decisión de atreverse a hablarle. Ella aludió en su Facebook el aburrimiento que la invadía. Muchas personas, según lo que me contó aquel sujeto, le comentaban la posibilidad de salir, hasta su pololo oficial la invito a salir, ella no contestaba, ella quería salir con él.
Él sabia que no debía salir aquella noche, por su seguridad espiritual, ella le decía la verdad con indirectas que llegaban al corazón y no se pudo resistir. A las 22:30 ya estaba en Baquedano esperándola.
Nervioso, no sabia que estaba haciendo, acudió a su orgullo, pero se le había escondido, dentro del baúl abajo de la cama. Esperó sentado en una de las tantas bancas del Parque Bustamante. Ella llegó a las 22:40, se miraron y decidieron ir a un bar de mala muerte, donde daban partidos de fútbol, y donde los borracho decentes guardaban su dignidad, entre cebada y uva fermentada. No importa el lugar, no importa la conversación, no importa que pasaba, lo importante y lo único, era que estaban con el otro. silencios de 10 minutos que al principio eran incómodos, pero que después entendieron que era su forma de comunicación, las miradas, entre humos de diferentes cigarros, por encima de una Shop a luca, que valía mucho.
Salieron a tomar el fresco, luego de quedar mareados, caminando en dirección Vicuña Mackenna, hablando de todo, ninguno se acuerda de la conversación, no importaba, !estaban juntos¡ ¿Que mas podían pedir?


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